lunes, 19 de mayo de 2008

Epístola III (carta a un Centauro)

Encontré esta carta al lado del último buzón de Buenos Aires. Pensé en meterla en el mismo y seguir con mi vida, pero no. Hice lo que cualquier infeliz como yo hubiese hecho. Traje el sobre conmigo.En casa lo abrí y leí la siguiente carta escrita en un papel amarillento. --------------------------------------------------------
Estimadísimo e indigente Centauro:
Todo esto tiene sentido, y ya te digo por qué.
El otro día, estaba en la peluquería esperando a que llegara mi turno para cortarme el pelo (uno ya sabe por qué hace esto). Mientras tanto tenía tres opciones, escuchar el cd de pink floyd que sonaba (grabado en Pompeya), escuchar lo que hablaba el peluquero con el hombre al que le recortaba el bigote, o pensar en mi vida y sus problemas de corazón.
Frente a estas tres opciones, todas ellas con marcadas influencias suicidas en personas como yo, no pude y casi me quiebro. Así que, de tener tres opciones deprimentes sume otra más. No sabía que hacer, y en ese momento no pude más que pensar (otra vez y van..) en la inaguantable imposibilidad de elegir. Crisis existenciales si las hay, la que se me planteó en el salón de belleza fue.
Pero como soy hombre de cartas tomar, me convencí (otra vez, otra vez y van...) de que eso de elegir y renunciar no podía ser para hombres como yo a los que el mundo les quedaba chico y decidí que iba a hacer todo eso a la vez.
No quería ni escuchar al pegajoso del peluquero hablar mientras retocaba un bigote facista, ni quería escuchar a pink floyd, ni quería remover el fondo de la cacerola... pero antes que tener que elegir empece a hacer todo a la vez.
Es así que cuando iba por el minuto 48 de la canción más corta del disco de los rosas, escuche algo que me cambió la vida para siempre... por quince minutos.
La persona que se cortaba el pelo después del del bigote y antes que yo, se aprestó al sillón donde sería atendido y mientras era envuelto por aquella roñosa toalla (que tiene el aspecto de funda de almohada de mastín napolitano) sufrió el embate de una de esos inicios de conversación tan sinicos como apestosos como sólo un peluquero puede ser.
Peluquero: Hola
Hombre (cliente X): .....
Peluquero: ¿Sabés que un amigo mio sufrió un accidente?
Hombre (cliente X): ..... Pasame el numero dos por atras y el tres arriba, emparejame un poco las patillas.
Peluquero: Ya no se puede salir a la calle... Si no te chocan el auto, te roban y si no te roban te violan y si no te violan te mata, encima los políticos...
Hombre (cliente X) (interrumpiendo abruptamente): Y BUENO... SI ESTÁS VIVO, ALGO TE TIENE QUE PASAR, TENES QUE TENER MUCHA SUERTE PARA QUE NO TE PASE NADA.
Y sí!!!! No creo que valga la pena que yo diga todo lo que pienso sobre esa gloriosa contestación porque tengo miedo de empañarla con mis lúgubres palabras.
Amigo fiel y mitológico, reflexioná sobre ellas y tratá de llegar la fondo de la cuestión que ahi es siempre donde vamos.
Ah y decile que la sigo queriendo.
Pedro Calderón Lope de Vega de la Mancha.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran enseñanza para que el hombre común desarrolle todo su potencial anti-coiffeurs. En la plaza de almas, todas las que pertenecen a los niños se burlan de las ánimas de los peluqueros... bien merecido tienen ese castigo eterno

Cariños Don, Péndulo Castillo.

Tomás dijo...

Péndulo querido: tanto tiempo llevo sin ti.
Gracias por tus palabras apologéticas.
creo que en pocos renglones has expresado mucho mejor que yo lo que trate de expresar en unos cuantos más.
Te envidio, y por lo tanto pronto te odiaré. Espero no estar cuando eso pase.

Santiago dijo...

Esta epístola no es para cualquiera. (saca el "para)
LEAN BIEN BELLACOS.
Enfrentemos a los hombres del cabello.

Tomás dijo...

tal cual, tal cual.. no es para cualquiera..
esperaba su comentario.. no podia seguir posteando si no.