miércoles, 9 de diciembre de 2009

Niño Vecel.

Este testimonio me fue dictado en sueños por un niño vecelino. A pesar de que tarde 47 años en trascribirlo espero que aun tenga vigencia.

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Hubo una vez un niño.

Todos eran cómo él y él era como todos.

Había una vez un niño que ya no era tan niño.

No todos eran cómo él, pero él tampoco era cómo todos, y tal vez así era cómo más le gustaba verse.

Esas dos frases que están escritas con tinta invisible en la plaza inexistente de mi barrio, sintetizan sin necesidad de más, la historia de Florencio Teodoro. Y si a continuación voy a contarles algunos de los puntos mas salientes de esa historia no es porque haga falta, sino para hacer justicia. ¿Justicia por qué? Tal vez en parte, porque estamos cansados de ver como se lo juzga una y otra vez sin justicia. No lo se bien, pero siento su necesidad. Será tal vez porque de hecho, hasta yo, que lo conocí tanto, no pude evitar sentenciarlo alguna vez.

Chipo, alias Florencio Teodoro Lopéz, vivió gran parte de su infancia cómo debe ser vivida, eso es, siendo él mismo sin siquiera imaginar que en poco tiempo miles de tsunamis pororocos inundarían los caudales de su vida dejándolo sentado en el cordón aun mojado de la vereda con sólo una frase en sus manos que sonaría como: “pucha, si ahora tuviera nueve años”.

Claro, para muchos esa frase entre muchas puede querer decir no mucho, pero sinceramente sí. Yo creo y ahora entiendo que sí. La verdad que dentro de nosotros no existe un niño... Cómo una vez dijo un gran poeta, ¿qué clase de embarazo patológico sería pensar que todos llevamos siempre un niño adentro? Pero, si bien es cierto que no llevaba un niño adentro, Florencio, sí que sentía muy seguido surgir del fondo de las entrañas un grito tribal de indios niños en carrera que le exigían un poco de libertad.

Mucho podemos negar, sin embargo la situación no cambia para nada con ello. Cuantas veces, muchas más personas que Florencio Teodoro sintieron esa ebullición infantil adentro de uno mismo que como un grito de una flor que se abre en primavera con el sonido de los pajaros cantando mientras danzan en el aire le dice a uno embelezado por el sublime sonido producido por la musa que inspira a las aves lo siguiente: "que vida de mierda! mataría por ser un purrete como áquel!"

LA UNICA diferencia, y atenti los camarati que digo la UNICA UNICATA diferenciata entre Floporenpeciopo y los demás, es que Florencio Teodoro no renegaba de lo que sentía... o por lo menos un día dejó de hacerlo.

Y claro es así que Florencio Teodoro López llegó a ser un hombre de tres decadas y media, que tenía un trabajo normal, y cuando digo normal me refiero a normal normal, osea a uno con muchos problemas; una mujer normal (la misma aclaración de recien), y tres hijos... también..... normales. El hecho es que un día Florencio hizo caso a sus instintos y se dejó de fingir.

Ya no iba más a trabajar, se presentaba todos los días en la puerta de la escuela comercial 12 de villa lugano y distraidamente intentaba entrar con su delantal blanco que no le cerraba y le quedaba cómo camisa. No lo dejaban Entrar.

No se relacionó más con su mujer, es más se atrevió a decirle "Cucharita cucharón no me junto más con vos que te pise un camión lleno de agua y javón"

A sus hijos directamente los ignoró, porque no le gustaban como amiguitos.

Ciertamente qeu estas conductas le trajeron cierto tipos de problemas... pero nada qeu el no pudiera solucionar...

Al poco tiempo, por ejemplo, lo empezó a buscar una persona de la cual él era deudor . Florencio Supo de esto, y se escondía en escondites distintos y nuevos contento con este nuevo compañero, con cara de enojado y una especie de arma de juguete en la mano, qeu jugaba a las escondidas con el.

Por esos días su esposa lo encontró en la copa de un arbol, obviamente que el se enojó porque le estaba delatando el escondite, pero ella insistía con un papelito de un juego nuevo que se llamaba juicio de divorcio, division de bienes, y algunas cosas por el estilo.. Pero a él no le interesaba en ese momento, así que recurrió eficazmente al "espejito rebotin no juego ni participo" por lo que la mujer debió huir cabizbaja, llorando con el rostro entre las manos mientras corría para no volver....

Todo esto le pasó a Juan Carlos, Alias Florencio Teodoro López. No fue algo que el hizo o decidió con maldad. Simplemente, un día luego de tanto repetir "que vida de mierda! mataría por ser un purrete como áquel!" se entregó al deseo y lo cumplió. No hizo falta que mate, o si. Tal vez mató. Nunca lo sabremos. Principalmente porque no se lo podemos preguntar, porque no sabemos por donde anda ahora. No sabemos donde esta. Es cierto que algunas veces lo vimos pasar por la vereda de nuestra casa y después de dudar unos segundos cuando nos decidimos y salimos a la vereda para irnos a jugar con él, ya no estaba...

Misterio. No. Certeza. No se. Duda. SI.

Estimado amigo: No lo jusguemos más. Él esta detrás tuyo y te está por agarrar...

miércoles, 29 de abril de 2009

LA CABRA

Chicos chicos no saben lo que se pierden... Bueno en fin... aquí vamos. Había una vez una cabra. La cabra estaba loca. Loca como pocas estaba la loca. Loca loca loca eh. Muy cabra la loca era, tanto que de loca se pasaba, de vez en cuando a cuerda. Resulta, ý esto no es chiste, que un día la cabra decidió que quería ser parte de la CGT. No se, parece que cuando salía del subte en la calla Santa Fe vió unos carteles de una marcha "por el trabajo" del 30 de abril, con el lema "los trabajadores tenemos que ser los protagonistas" y le gustó. Claro, ella aunque nunca había visto TV sintió siempre ese llamado interior a actuar en un exito televisivo, ý más alla de actuar sentía el llamado a ser protagonista. Y ahí fue donde dio la puntada con hilo. Los protagonistas tienen que ser los trabajadores, pero los de la CGT (deducciones lógicas a partir de una pegatina de un pais bastante loco hechas por una cabra loca). Claro, entonces la cabra, elugubrando su sueño de estrella protagonica de TV con los datos obtenidos de esa realidad concreta que vio en la Buena Buenos Aires, se decidió a poner manos a la obra para dar concreción a sus fines. Ý es aquí donde comenzó la historia de la cabra loca que fue a buscar un trabajo, para ser trabajadora, y de ese modo ser protagonista, y claro, ser una estrella de TV. El primer trabajo que consiguió, fue sin lugar a dudas, de telemarketer. Duró cuatro días. No hubo inconvenientes con el hecho de que no manejara el lenguaje (se hacía entender igual). El problema fue más que nada ético-moral. No le gustaba engatuzar a la gente. Así que la cabra, loca pero honesta como pocas, fue en busca de otro trabajo y consiguió un tibio trabajo de vendedor de perfumes en frente del shoping de liniers (seguro que alguno de ustedes se la cruzó vestida de traje en la calle José León Suares). Ý la verdad que llego a vender 6 perfumes en su primer día, cifra nada despreciable pero.. hablando mal y pronto, la hecharon cuando mordió a un cliente que se atrevió a observar lo amarillo de sus dientes. El tercer trabajo que consiguió fue en el rubro de la construcción, la contrataron de maestro mayor de obras, para un penal en construcción. La obra fue terminada ý gozó de la crítica positiva de la arquitectura internacional. Fue en ese trabajo donde se comenzó a consolidar como "trabajadora" y donde sintió que se aproximaba a su primer protagónico. Rapido, rapido, se afilió a la confederación general del trabajo (de tu hermana) es decir la CGT, y como no podía firmar estampó las pezuñas embadurnadas en tinta de calamar en un papel y listo. El pollo. Y parece ser que la cabra, loquita loquita como era, lo logró. En seguida. Siguiendo su propia logica incongruente y alocada como pocas llegó a la TV. Tuvo dos protagonicos: el primero fue Mr. Ed el caballo que habla (la cabra era Mr. Ed. obviamente que caracterizada); el segundo protagónico fue en Campeones de la Vida donde interpreto a la mujer que coqueteaba con O. Laport (que muchos identificaban con Soledad Silveyra pero estaban equivocados) Amigos no digo nada más porque ahora que lo pienso, se viene la cabra ý me está tirando de los zapatos. Ya le di varios pares. Estos no los va a obtener.