jueves, 21 de julio de 2011

OLGA 1973

Para alguien: Aunque sea en tu memoria me gustaría existir. En este momento no puedo dejar de pensar en este recuerdo.... Me paré detrás del último de la fila sin prestar mucha atención a quien era la persona que estaba adelante. El local del correo no era un lugar muy agradable para mi, ni para nadie que yo conociera, ya que por lo general se suele tardar bastante en ser atendido y por otro lado los modos de los empleados ni se acercan a las mínimas normas de amabilidad. Muchas veces, en aquellas circunstancias, tuve el mismo debate interno -¿Acaso alguien la obligó a esta mujer a estar atendiendo atrás de una ventanilla en un correo? Si tanto le molesta tratar con seres humanos, como su cara lo indica, ¿Qué es lo que hace ocupando dicho lugar? ¿Nunca pensó trabajar en una fábrica de soda? Podría ser menos estresante para ella. En fin es su problema- Cambiando de dirección mis pensamientos, fijé la vista en el cartel que estaba pegado en la pared a mi izquierda. Una maraña de rostros con nombres me miraban desde allí. En un primer instante rechacé la sensación que me provocó. Me fatigaba el solo hecho de saber lo estresante que es la información que allí leería. Sin embargo, ni llegaba a leerla, ya que no tenía los anteojos. Últimamente siempre los olvidaba en casa. De todos modos sentí conocer ese tipo de cartel y esas caras que me llamaban. La fila iba avanzando y la línea azul pintada en el piso que dice “NO AVANZAR, ESPERE A SER LLAMADO” me indicaba que, si no sucedía nada extraño, sería el próximo en ser atendido. Depositado el sobre y pagado el monto que alguna resolución con algún número indicaba que debía pagar, emprendí la salida. Ahora sí, pasé por al lado del cartel y lo miré. Aspiré a pasar de largo pero me detuve a mirarlo. Muchas veces se ha dicho que el dolor ajeno deja de ser dolor para ser solo ajeno. Y con esa actitud era con la que quería seguir caminando pero no puede. Había seres humanos. Supe que era uno de aquellos carteles donde se publican las caras de la gente extraviada. Con seguridad no podía hacer nada, pensé. Pero sentí una fuerza en la conciencia que me hacía sentir que aunque sea le debía a esas personas perdidas una mirada. Sentía que les debía, como todos les debemos, aunque sea una mirada de compasión, una mirada cargada de deseo, una mirada que busque ayudar. De todos modos ya lo sabía. Yo nada podía hacer. ¿Qué puede hacer un simple estudiante de historia frente a personas desaparecidas en un país de vaya uno a saber cuantos millones de km cuadrados en un mundo de muchos otros tantos millones de km más? ¿Qué puede hacer uno, pequeño insignificante, en la locura de la batalla diaria urbana frente a tales miserias? No puedo hacer nada, me dije resignado, generándose un nudo en mi pecho. ¿Quién es María Laura Morales? Parece bonita, su sonrisa habría sido alegre en otros tiempos. Con seguridad habría tenido algún hombre que la quisiera y que planeara un futuro con ella, tal vez sin ella todavía saberlo. ¿Quién es Ovidio Pérez? Tiene cara de hombre mayor, o mejor dicho parece notarse que no es tan grande como su rostro lo indica. Sería seguramente un trabajador empeñado, especulaba. Tendría una nieta a la que le gustaba llevarla al parque para dar una vuelta en calesita tal vez. ¿Quién es Martín Haitfield? ¿Quién es Ester Passuti? ¿Quiénes son? ¿O quienes no son? Laura no existe, ninguno de ellos tampoco. O solo lo hacen, talvez, para un puñado de familiares desesperadas y para algún aislado burócrata que de vez en cuando de compromiso imprime un sello en algunas hojas indicando que la búsqueda avanza, que bien, que mal, que mas o menos, que vuelva la semana que viene. En esos momentos es cuando una dos palabras o mejor dicho un nombre y una fecha se me vinieron repentinamente a la cabeza y se estableció una fuerte conexión entre ello y el cartel que esta mirando: Olga 1973. -No, no tiene nada que ver- me dije. Aquella mujer escribió su nombre en aquel lugar, solo porque tenía ganas de hacerlo, y nada me indica que alguna vez ella habría estado en alguna situación parecida a la de las personas del cartel. ¿Por qué se me viene esa idea a la cabeza? Me preguntaba ¿Por qué pensaba que Olga también lo miraba desde aquellas fotos de dos por dos centímetros? No lo sabía. De hecho no sabía nada sobre Olga más allá de que había visto su nombre escrito con pintura blanca en una roca al costado de la Ruta Provincial 48, en la provincia de Neuquén durante el viaje que había emprendido el mes pasado buscando un poco de descanso. -BASTA- Me ordené. No siempre reflexionaba tanto, no podía hacerlo sobre cada asunto que se me cruzaba. Sabía que el mundo era muy complejo y que me gustaría, como a muchas personas poder abarcar mucho más, pero era conciente también que no podía. Tal vez era una auto coartada mental para justificar la impunidad con la que andamos por la vida todas las personas que no hacemos absolutamente nada cuando, por ejemplo, vemos a alguien durmiendo en la calle. Pero yo solía pensar o mejor dicho no lo pensaba, sino que lo sentía que si frente a cada asunto quedara así paralizado filosofando ayudaría mucho menos que siguiendo adelante y viviendo mi vida cotidianamente de la mejor manera posible. Di media vuelta, y caminé hacia la calle. El calor era agobiante en esos días de verano en Buenos Aires, sobre todo cuando uno había regresado hace poco de vacaciones de un lugar tan hermoso como nuestra Patagonia sabe ser. La hora del almuerzo hacía que el calor se sintiera aun más junto al hambre que comenzaba a molestarme en mi estomago. Por unos momentos dudé en que dirección caminaría, izquierda o derecha, ambos caminos conducían a casa con unos 20 metros de diferencia en las distancias, ya que el correo se encontraba casi en una esquina. Finalmente fui hacia la izquierda porque sabía que ese camino tenía un poco más de sombra. _______________________________________________________________ Ahora... me sucede que no puedo dejar de pensar que ellos eran yo. Tampoco puedo dejar de llorar. No se donde estoy. A algún lugar llegué. No recuerdo bien cómo ni porque. Gente no hay. Tampoco se porque llevo la mochila que llevaba aquel día que me viene a la mente, ni porque soy mucho más flaco que lo que era, ni porque me tiemblan las manos y los pies al escribir esta última carta. No se que hago en un lugar cómo este, no se que hago en medio de un campo desolado cómo este. No se que son esas marcas en mis muñecas ni tampoco se que son esos moretones en mis brazos. No se por qué cuando abro mi boca no sale sonido de ella. Sólo a mi mente me viene el recuerdo de aquel día en el correo que te acabo de relatar… Creo que ese era yo y así pensaba. Creo que no recuerdo nada más después de aquel momento. Solo que estoy aquí escribiendo estas líneas en el reverso de una hoja vieja que llevaba encima. Sólo se que ahora soy yo. Que yo soy ellos y que no me di cuenta. Que yo tal vez esté, ahora o después, en uno cuadrado de dos por dos. Que yo sea un cartel más en vaya uno a saber donde. Que cómo Olga 1973, yo no sea más que un David 2011 arañado en este poste de luz en el que apoyo mi espalda y del que no creo que me pueda levantar. El dolor, no es más ajeno. Tarde aprendí.

viernes, 24 de junio de 2011

DEMENCIA

Me llegó esto en la pata de una paloma mensajera que decía viajar en el tiempo! (la maté)
“Demencia” Hasta el momento, sus crisis de personalidad, que en general dependían del estado de la luna, no habían llegado a nada grave o por lo menos a nada muy grave. Enfadarse porque lo habían derrotado en la batalla de Poitiers, decir que acababa de quemar Roma o proclamar que lo iban a crucificar eran algunas de las cosas que solía hacer cuando le agarraba su “raye”. Por lo habitual sus otros yo no eran elegidos al azar, sino que coincidían con algún libro leído o una historia que le habían contado. Es decir que Esteban elegía inconscientemente a su personaje y por un rato, a veces una hora o tal vez tres o cuatro, se comportaba como si no fuese él, sino como otra persona. Pese a que parezca muy raro, este trastorno nunca le generó problemas en su carrera militar, según algunos por el alto rango que poseía su padre, según otros debido a que realmente no era un problema serio. Y a decir verdad, no lo era, por lo menos hasta ese entonces. Pero como era de suponerse un día la cosa pasó a mayores. Ese triste día se remonta a los días en que Esteban se encontraba de campaña en el nuevo continente recientemente descubierto por Cristóbal Colón para los reyes de su querida España. En ese momento, la campaña se encontraba asediada por los nativos del lugar. La situación no era fácil, los indios atacaban con flechas de fuego de manera constante, su padre, el jefe de la campaña se hallaba en su lecho de muerte y sumado a todo esto había luna llena. En un día corriente de luna llena, Esteban hubiera sido encerrado en su habitación y hubiera delirado un rato solo. Pero ese día no tenía otra alternativa que salir y luchar por su vida. Como el joven lo suponía y más tarde lo confirmó escuchando una conversación de unos superiores que estaban al lado del fogón decorado tetricamente por tres cadáveres colgados de la horca, la resistencia estaba cerca de caer y pronto serían corderos de los rituales indígenas. La tensión fue creciendo y el nervioso guerrero comenzó a sentirse mal, como si un ejercito de elefantes se apoyara sobre su cabeza, se le revolvió el estomago, la espalda se le llenó de sudor y en su cabeza resonaron voces inventadas de extraños personajes que discutían a lo lejos entre si. Estos eran los síntomas comunes previos a las transformaciones. En ese momento nadie pensaba en el, ni nadie se percataba sobre lo que le estaba sucediendo o si alguien se percató, poco le importó. A pesar de que le pareció, no fue mucho el tiempo que paso entre el comienzo de los dolores y el desmayo; y tampoco lo fue, el tiempo que pasó el desdichado colonizador tirado en el piso inconsciente. Pero este breve lapso que duro el desmayo alcanzó para que Esteban cuando despertó comience a murmurar: -debo que tomar mis medicinas, debo comer carne de compatriota- , y así cuchillo en mano se fue en busca de una víctima. Esta no fue difícil de encontrar. Se acercó a un hombre que poseía un típico tapado español de piel de nutria y con un certero golpe de su puñal, le quitó la vida y de un gran mordisco le arrancó parte de su rechoncho brazo. Sintiose contento por haber saboreado carne humana, pero esta alegría le duro hasta que mordió un pedazo de metal, que rapidamente se dio cuenta que era el anillo del joven francés enrolado en el ejercito español. Y el soldado español que el pensaba había comido, yacía muerto a su lado con un flechazo entre los ojos. Se desesperó por completo ya que dentro de su selectivo ataque de canibalismo, había determinado que comer compatriotas le hacía bien y que comer extranjeros lo mataba. Es por eso que eligió cortar el sufrimiento antes que tener que soportar una lenta y dolorosa muerte por haber comido la venenosa carne extranjera. Con ese fin el delirante joven se quito la vida sin más decir que: -me voy, pero me voy feliz por haber llegado al centro de la tierra”. FIN

sábado, 24 de abril de 2010

La esperanza es movimiento.

Patee diez veces la misma piedra. Una vez más quise patearla pero ya no era piedra... Luego mire el horizonte y vi que el sol ardía... y dije: Mierda Mire mis pantalones, algo gastados, mis zapatos corroidos por la piedra. No dije nada. Camine dos o tres lustros... o tal vez dos decadas. Habia avanzado, y tambien frenado. Estaba cansado, No resentido. Esperé dos minutos, o tal vez nada, y mire mi mapa por primera vez. Observé algo raro en él. El mapa me llevaba hasta donde estaba. Y me llevaba por un camino muy conocido. ¿Cómo podía ser? Ese lugar no era llegada, era camino. Me quice quedar allí. y... ¿Por que si? o ¿Por que no? Me levante y me fui. Dispuesto a caminar un poco más, a acercarme más al lugar, a los lugares a donde quería estar. Camine largo rato ¿Quien eres caminante? ¿Quien eres extraño? Preguntaba un vaqueano. "Puede saber que no soy el mismo ahora que hace un rato, tengo más camino encima que entonces. Llevo su luz y su polvo a cuestas, campesino desafiante..." Tras escupir a un costado se retiraba riendo. Entonces como cayendo, tomo una piedra del suelo la miro y la beso, ya no la pateo. Estoy por mirar el mapa, pero no lo miro, sino intuyo. No se que hay aqui adelante, pero no estoy quieto, me muevo, y como dijo un maestro la esperanza es movimiento.

sábado, 16 de enero de 2010

Esa extraña sensación.

¿Qué es esa extraña sensación oh Señor? Dime oh musa inspiradora oh qué es. Diganme los vientos oh conspiradores oh qué es. ¿Que es esa extraña sensación que uno siente en sus entrañas, en su encia sangrante en su muela trituradora? Que me diga todo el mundo... QUE RESPONDA A ESTE GRITO... que no sea cobarde... oh ¿qué es? ¿Eres tu? ¿Soy yo? ¿Somos nosostros? ¿Somos vosotros? o ¿Somos ellos? ES UN CARAMELO DE MIEL Y LIMON.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Niño Vecel.

Este testimonio me fue dictado en sueños por un niño vecelino. A pesar de que tarde 47 años en trascribirlo espero que aun tenga vigencia.

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Hubo una vez un niño.

Todos eran cómo él y él era como todos.

Había una vez un niño que ya no era tan niño.

No todos eran cómo él, pero él tampoco era cómo todos, y tal vez así era cómo más le gustaba verse.

Esas dos frases que están escritas con tinta invisible en la plaza inexistente de mi barrio, sintetizan sin necesidad de más, la historia de Florencio Teodoro. Y si a continuación voy a contarles algunos de los puntos mas salientes de esa historia no es porque haga falta, sino para hacer justicia. ¿Justicia por qué? Tal vez en parte, porque estamos cansados de ver como se lo juzga una y otra vez sin justicia. No lo se bien, pero siento su necesidad. Será tal vez porque de hecho, hasta yo, que lo conocí tanto, no pude evitar sentenciarlo alguna vez.

Chipo, alias Florencio Teodoro Lopéz, vivió gran parte de su infancia cómo debe ser vivida, eso es, siendo él mismo sin siquiera imaginar que en poco tiempo miles de tsunamis pororocos inundarían los caudales de su vida dejándolo sentado en el cordón aun mojado de la vereda con sólo una frase en sus manos que sonaría como: “pucha, si ahora tuviera nueve años”.

Claro, para muchos esa frase entre muchas puede querer decir no mucho, pero sinceramente sí. Yo creo y ahora entiendo que sí. La verdad que dentro de nosotros no existe un niño... Cómo una vez dijo un gran poeta, ¿qué clase de embarazo patológico sería pensar que todos llevamos siempre un niño adentro? Pero, si bien es cierto que no llevaba un niño adentro, Florencio, sí que sentía muy seguido surgir del fondo de las entrañas un grito tribal de indios niños en carrera que le exigían un poco de libertad.

Mucho podemos negar, sin embargo la situación no cambia para nada con ello. Cuantas veces, muchas más personas que Florencio Teodoro sintieron esa ebullición infantil adentro de uno mismo que como un grito de una flor que se abre en primavera con el sonido de los pajaros cantando mientras danzan en el aire le dice a uno embelezado por el sublime sonido producido por la musa que inspira a las aves lo siguiente: "que vida de mierda! mataría por ser un purrete como áquel!"

LA UNICA diferencia, y atenti los camarati que digo la UNICA UNICATA diferenciata entre Floporenpeciopo y los demás, es que Florencio Teodoro no renegaba de lo que sentía... o por lo menos un día dejó de hacerlo.

Y claro es así que Florencio Teodoro López llegó a ser un hombre de tres decadas y media, que tenía un trabajo normal, y cuando digo normal me refiero a normal normal, osea a uno con muchos problemas; una mujer normal (la misma aclaración de recien), y tres hijos... también..... normales. El hecho es que un día Florencio hizo caso a sus instintos y se dejó de fingir.

Ya no iba más a trabajar, se presentaba todos los días en la puerta de la escuela comercial 12 de villa lugano y distraidamente intentaba entrar con su delantal blanco que no le cerraba y le quedaba cómo camisa. No lo dejaban Entrar.

No se relacionó más con su mujer, es más se atrevió a decirle "Cucharita cucharón no me junto más con vos que te pise un camión lleno de agua y javón"

A sus hijos directamente los ignoró, porque no le gustaban como amiguitos.

Ciertamente qeu estas conductas le trajeron cierto tipos de problemas... pero nada qeu el no pudiera solucionar...

Al poco tiempo, por ejemplo, lo empezó a buscar una persona de la cual él era deudor . Florencio Supo de esto, y se escondía en escondites distintos y nuevos contento con este nuevo compañero, con cara de enojado y una especie de arma de juguete en la mano, qeu jugaba a las escondidas con el.

Por esos días su esposa lo encontró en la copa de un arbol, obviamente que el se enojó porque le estaba delatando el escondite, pero ella insistía con un papelito de un juego nuevo que se llamaba juicio de divorcio, division de bienes, y algunas cosas por el estilo.. Pero a él no le interesaba en ese momento, así que recurrió eficazmente al "espejito rebotin no juego ni participo" por lo que la mujer debió huir cabizbaja, llorando con el rostro entre las manos mientras corría para no volver....

Todo esto le pasó a Juan Carlos, Alias Florencio Teodoro López. No fue algo que el hizo o decidió con maldad. Simplemente, un día luego de tanto repetir "que vida de mierda! mataría por ser un purrete como áquel!" se entregó al deseo y lo cumplió. No hizo falta que mate, o si. Tal vez mató. Nunca lo sabremos. Principalmente porque no se lo podemos preguntar, porque no sabemos por donde anda ahora. No sabemos donde esta. Es cierto que algunas veces lo vimos pasar por la vereda de nuestra casa y después de dudar unos segundos cuando nos decidimos y salimos a la vereda para irnos a jugar con él, ya no estaba...

Misterio. No. Certeza. No se. Duda. SI.

Estimado amigo: No lo jusguemos más. Él esta detrás tuyo y te está por agarrar...

miércoles, 29 de abril de 2009

LA CABRA

Chicos chicos no saben lo que se pierden... Bueno en fin... aquí vamos. Había una vez una cabra. La cabra estaba loca. Loca como pocas estaba la loca. Loca loca loca eh. Muy cabra la loca era, tanto que de loca se pasaba, de vez en cuando a cuerda. Resulta, ý esto no es chiste, que un día la cabra decidió que quería ser parte de la CGT. No se, parece que cuando salía del subte en la calla Santa Fe vió unos carteles de una marcha "por el trabajo" del 30 de abril, con el lema "los trabajadores tenemos que ser los protagonistas" y le gustó. Claro, ella aunque nunca había visto TV sintió siempre ese llamado interior a actuar en un exito televisivo, ý más alla de actuar sentía el llamado a ser protagonista. Y ahí fue donde dio la puntada con hilo. Los protagonistas tienen que ser los trabajadores, pero los de la CGT (deducciones lógicas a partir de una pegatina de un pais bastante loco hechas por una cabra loca). Claro, entonces la cabra, elugubrando su sueño de estrella protagonica de TV con los datos obtenidos de esa realidad concreta que vio en la Buena Buenos Aires, se decidió a poner manos a la obra para dar concreción a sus fines. Ý es aquí donde comenzó la historia de la cabra loca que fue a buscar un trabajo, para ser trabajadora, y de ese modo ser protagonista, y claro, ser una estrella de TV. El primer trabajo que consiguió, fue sin lugar a dudas, de telemarketer. Duró cuatro días. No hubo inconvenientes con el hecho de que no manejara el lenguaje (se hacía entender igual). El problema fue más que nada ético-moral. No le gustaba engatuzar a la gente. Así que la cabra, loca pero honesta como pocas, fue en busca de otro trabajo y consiguió un tibio trabajo de vendedor de perfumes en frente del shoping de liniers (seguro que alguno de ustedes se la cruzó vestida de traje en la calle José León Suares). Ý la verdad que llego a vender 6 perfumes en su primer día, cifra nada despreciable pero.. hablando mal y pronto, la hecharon cuando mordió a un cliente que se atrevió a observar lo amarillo de sus dientes. El tercer trabajo que consiguió fue en el rubro de la construcción, la contrataron de maestro mayor de obras, para un penal en construcción. La obra fue terminada ý gozó de la crítica positiva de la arquitectura internacional. Fue en ese trabajo donde se comenzó a consolidar como "trabajadora" y donde sintió que se aproximaba a su primer protagónico. Rapido, rapido, se afilió a la confederación general del trabajo (de tu hermana) es decir la CGT, y como no podía firmar estampó las pezuñas embadurnadas en tinta de calamar en un papel y listo. El pollo. Y parece ser que la cabra, loquita loquita como era, lo logró. En seguida. Siguiendo su propia logica incongruente y alocada como pocas llegó a la TV. Tuvo dos protagonicos: el primero fue Mr. Ed el caballo que habla (la cabra era Mr. Ed. obviamente que caracterizada); el segundo protagónico fue en Campeones de la Vida donde interpreto a la mujer que coqueteaba con O. Laport (que muchos identificaban con Soledad Silveyra pero estaban equivocados) Amigos no digo nada más porque ahora que lo pienso, se viene la cabra ý me está tirando de los zapatos. Ya le di varios pares. Estos no los va a obtener.

domingo, 2 de noviembre de 2008

A Tomás (por el pintor)

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Un impulso, ningún sonido
no se lo que quiero
y no quiero lo que no tengo
senderos pocos conocidos
palabras sin sentido
buscando la punta del hilo
que es historia de todo lo perdido.
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Y por qué el frio?
se que te abraza como amigo
que tu corazón está en el ombligo
intentando entender al enemigo
bien arriba amenaza el cielo
despeja el aire y los miedos
sumergido en los oídos
Jhon te habla, describe un mirlo
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Y es todo lo que digo,
a veces, el corazón late distinto
perder es solo el principio
extrañando los días con todo su brillo
ella sabe bien que es tu abismo
y que aprendés sobre sueños partidos,
y que coleccionás algo del destino,
cruzarás el tiempo, contra el viento
te sigo, salteador de caminos.
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Por Andres Fuschetto.
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http:\\unpintorenelbolsillo.blogspot.com

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ser o no ser

Querido salteador: El otro día en el cafe encontré el siguiente texto escrito en una servilleta. ¿Serías tan amable de darlo a conocer?...
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Se dice que las cosas son como son, siempre y cuando sean. Lo cual puede parecer una obviedad, pero vayan a decirle a algo que es, que en realidad no es, a ver como reacciona (siempre y cuando en realidad sea y por lo tanto tenga la capacidad de hacer algo). Ejemplos sobran, figúrense simplemente el lío que se armó cuando en 1967 el pibe Ramón Ramírez que jugaba en la sexta de Racing escuchó desde atrás del alambrado: “¡pibe no existís!”. No es que se haya enojado, simplemente dudó. Porque a uno le pueden decir muchas cosas, pero ahora que le digan que uno no existe es un poco más fuerte que muchas otras cosas más. Piensen en los monstruos. Centenares de años luchando contra el incipiente racionalismo humano, asustando a niños, ancianos y leñadores para que hoy haya padres tan poco considerados, capaces de decir a sus crios: “niños, dejaos de joder, los monstruos no existen”. ¿Puede uno llegar a sentir un dolor tan fuerte? Se dice que en 1492, los monstruos de toda Europa del Norte, aprovechando que muchas mentes se encontraban debatiendo si Colón era o se hacía, se juntaron en una especie de hermandad que se identifica hasta nuestros días con las siglas: “LMSEQTDEPPFNQMSLSISCDNFPTSH¿AN?BEF”. Que querría decir: “Los Monstruos Sí Existimos, Queremos Trabajar, Déjennos en Paz Por Favor, No Queremos Mas su Limosna Sucia e Irreverente. Somos conciente de nuestra fealdad, pero también somos humanos. ¿Ah no? Bueno en fin….” Aparentemente en los primeros años de existencia, el gremio de monstruos tuvo cierto reconocimiento, y la gente comenzó a despreciar a esas mentes avanzadas que comenzaban a predicar que ellos no existían. Sin embargo la vagancia de la inteligencia humana (cuya existencia merecería en ciertos casos un profundo debate), concluyó en que una agrupación con un nombre tan difícil de pronunciar no podía existir. Hoy, 500 años después, los medios masivos de comunicación suscribieron a la tesis de la no existencia monstruosa. Más allá del ejemplo de los monstruos, se han planteado y se plantean cotidianamente muchos otros casos de debates existencia/no existencia-de algo- para la gente que no tiene nada que hacer. La amistad entre el hombre y la mujer, el altruismo, el amor a primera vista, Villa Bosch, la fotosíntesis, la libido, el pop… Todos tópicos de discusión posibles. Pero aceptémoslo de una buena vez: Lo que no es, pero hablamos de ello, a partir de ese momento es. Lo es por lo menos artística y literariamente, que son sin ningún lugar a posible discusión los aspectos más importantes de la realidad, ahora sí, si pretendemos distinguir lo que es y lo que no es desde la vulgar concepción de las existencias concretas y materiales… estamos complicados. De todos modos no me interesa.
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No tengo medios para hacerlo conocer.