viernes, 24 de junio de 2011

DEMENCIA

Me llegó esto en la pata de una paloma mensajera que decía viajar en el tiempo! (la maté)
“Demencia” Hasta el momento, sus crisis de personalidad, que en general dependían del estado de la luna, no habían llegado a nada grave o por lo menos a nada muy grave. Enfadarse porque lo habían derrotado en la batalla de Poitiers, decir que acababa de quemar Roma o proclamar que lo iban a crucificar eran algunas de las cosas que solía hacer cuando le agarraba su “raye”. Por lo habitual sus otros yo no eran elegidos al azar, sino que coincidían con algún libro leído o una historia que le habían contado. Es decir que Esteban elegía inconscientemente a su personaje y por un rato, a veces una hora o tal vez tres o cuatro, se comportaba como si no fuese él, sino como otra persona. Pese a que parezca muy raro, este trastorno nunca le generó problemas en su carrera militar, según algunos por el alto rango que poseía su padre, según otros debido a que realmente no era un problema serio. Y a decir verdad, no lo era, por lo menos hasta ese entonces. Pero como era de suponerse un día la cosa pasó a mayores. Ese triste día se remonta a los días en que Esteban se encontraba de campaña en el nuevo continente recientemente descubierto por Cristóbal Colón para los reyes de su querida España. En ese momento, la campaña se encontraba asediada por los nativos del lugar. La situación no era fácil, los indios atacaban con flechas de fuego de manera constante, su padre, el jefe de la campaña se hallaba en su lecho de muerte y sumado a todo esto había luna llena. En un día corriente de luna llena, Esteban hubiera sido encerrado en su habitación y hubiera delirado un rato solo. Pero ese día no tenía otra alternativa que salir y luchar por su vida. Como el joven lo suponía y más tarde lo confirmó escuchando una conversación de unos superiores que estaban al lado del fogón decorado tetricamente por tres cadáveres colgados de la horca, la resistencia estaba cerca de caer y pronto serían corderos de los rituales indígenas. La tensión fue creciendo y el nervioso guerrero comenzó a sentirse mal, como si un ejercito de elefantes se apoyara sobre su cabeza, se le revolvió el estomago, la espalda se le llenó de sudor y en su cabeza resonaron voces inventadas de extraños personajes que discutían a lo lejos entre si. Estos eran los síntomas comunes previos a las transformaciones. En ese momento nadie pensaba en el, ni nadie se percataba sobre lo que le estaba sucediendo o si alguien se percató, poco le importó. A pesar de que le pareció, no fue mucho el tiempo que paso entre el comienzo de los dolores y el desmayo; y tampoco lo fue, el tiempo que pasó el desdichado colonizador tirado en el piso inconsciente. Pero este breve lapso que duro el desmayo alcanzó para que Esteban cuando despertó comience a murmurar: -debo que tomar mis medicinas, debo comer carne de compatriota- , y así cuchillo en mano se fue en busca de una víctima. Esta no fue difícil de encontrar. Se acercó a un hombre que poseía un típico tapado español de piel de nutria y con un certero golpe de su puñal, le quitó la vida y de un gran mordisco le arrancó parte de su rechoncho brazo. Sintiose contento por haber saboreado carne humana, pero esta alegría le duro hasta que mordió un pedazo de metal, que rapidamente se dio cuenta que era el anillo del joven francés enrolado en el ejercito español. Y el soldado español que el pensaba había comido, yacía muerto a su lado con un flechazo entre los ojos. Se desesperó por completo ya que dentro de su selectivo ataque de canibalismo, había determinado que comer compatriotas le hacía bien y que comer extranjeros lo mataba. Es por eso que eligió cortar el sufrimiento antes que tener que soportar una lenta y dolorosa muerte por haber comido la venenosa carne extranjera. Con ese fin el delirante joven se quito la vida sin más decir que: -me voy, pero me voy feliz por haber llegado al centro de la tierra”. FIN

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